viernes, 25 de marzo de 2011

Erase una vez....

Erase una vez… un pueblo de la provincia de Alicante. Entre las sierras de Almudaina y Serrella, tenía sus casas bañadas por un sol mediterráneo que maravillaba. Con un gran balcón desde el que se contemplaban los más bellos árboles, los chopos, los olivos, los almendros y de fondo… “LA GRANDIOSA SERRELLA”. Con sus picos, sus paredes escarpadas, els Frares, unas formaciones rocosas increíbles. Benimassot era el nombre de este pueblo de cuento de hadas. No era muy grande, pero encerraba los más bellos parajes.


Si recorres el camí de la font llegas hasta la "Font de Baix". Un bello lavadero enmarcado en un rincón de la montaña. El agua corre cristalina y fría como un manantial sagrado. Esa agua daba de beber a los pueblos de alrededor del Valle de Seta.

Sigues caminado en dirección a la Sierra y llegas a la Torreta. Un petroglifo que su historia tiene, pero eso es otro cuento y como tal, otra historia contaremos. Siguiendo el camino y ya adentrado de la sierra, descubres un Peñal, desde el que se divisa hasta el mar.

Cuenta la leyenda que había un bello pájaro que le gustó tanto el paraje, que para llamar la atención sobre Benimassot, inventó una canción. Era tan bonita que al viento le encantó, de tal manera que para compartir la felicidad que sentía al ver estos bellos parajes, sopló y sopló, hasta que estuvo seguro que había llegado a toda la gente que quisiera escuchar la bella canción, como si de una llamada de reclamo se tratara.
Todo el mundo que la escuchaba se quedaba prendado. Aquella canción era mágica. Conseguía trasmitir mensajes entre los enamorados. Conseguía avisar de las noticias entre pueblo y pueblo, entre valle y valle. No podemos ni imaginar la magia de aquella canción.

Tan popular fue que desde entonces y en honor y recuerdo al pájaro que creó la bella canción, ese peñal se llama “CANTACUC”.

Y colorín… colorado este cuento se ha acabado.