lunes, 30 de abril de 2012


Había una vez un rey que dijo a los sabios de la corte:-“Me estoy fabricando un precioso anillo. He conseguido los mejores diamantes y el oro más puro. Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en los momentos de desesperación total y que ayude a mis herederos y a los herederos de mis herederos. Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante del anillo.”Todos quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos; podrían haberescrito grandes tratados para legar al futuro, pero darle un mensaje de nomás de dos o tres palabras que le pudieran ayudar en momentos de desesperación total… Pensaron, buscaron en sus libros, celebraron reuniones, pero no encontraban nada adecuado. El rey tenía un anciano sirviente, que también había sido sirviente de supadre. La madre del rey murió pronto y este sirviente había cuidado de él desde pequeño. El rey sentía un inmenso respeto por este anciano, de modo que también le consulto. Y éste le dijo:-No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje que estás buscando. Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente y en una ocasión me encontré con un místico. Era invitadode vuestro padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio este mensaje… El anciano lo escribió en un diminuto papel, lo doblo y se lo dio al rey.-No lo leas,- le dijo-mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación, cuando la desesperación sea total.El rey así lo hizo y desde ese instante el anillo le acompañó en todos losmomentos de su vida.

El instante de desesperación no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino. Estaba huyendo en su caballo tratando de salvar la vida y susenemigos lo perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran numerosos. Llegó un lugar donde el camino se acababa, no había salida. Enfrente había un precipicio y un profundo valle. Caer por él sería el fin. No podía volver, ya que el enemigo le cerraba el camino. Ya podía escuchar el trotar de los caballos. No podía ir adelante ni atrás. Estaba atrapado. De repente, se acordó el anillo. Lo abrió, sacó el papel de allí y encontró un pequeño mensaje debajo del diamante. Simplemente decía:

Esto también pasará


Había una vez un rey que dijo a los sabios de la corte:-“Me estoy fabricando un precioso anillo. He conseguido los mejores diamantes y el oro más puro. Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en los momentos de desesperación total y que ayude a mis herederos y a los herederos de mis herederos. Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante del anillo.”Todos quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos; podrían haberescrito grandes tratados para legar al futuro, pero darle un mensaje de nomás de dos o tres palabras que le pudieran ayudar en momentos de desesperación total… Pensaron, buscaron en sus libros, celebraron reuniones, pero no encontraban nada adecuado. El rey tenía un anciano sirviente, que también había sido sirviente de supadre. La madre del rey murió pronto y este sirviente había cuidado de él desde pequeño. El rey sentía un inmenso respeto por este anciano, de modo que también le consulto. Y éste le dijo:-No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje que estás buscando. Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente y en una ocasión me encontré con un místico. Era invitadode vuestro padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio este mensaje… El anciano lo escribió en un diminuto papel, lo doblo y se lo dio al rey.-No lo leas,- le dijo-mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación, cuando la desesperación sea total.El rey así lo hizo y desde ese instante el anillo le acompañó en todos losmomentos de su vida.

El instante de desesperación no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino. Estaba huyendo en su caballo tratando de salvar la vida y susenemigos lo perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran numerosos. Llegó un lugar donde el camino se acababa, no había salida. Enfrente había un precipicio y un profundo valle. Caer por él sería el fin. No podía volver, ya que el enemigo le cerraba el camino. Ya podía escuchar el trotar de los caballos. No podía ir adelante ni atrás. Estaba atrapado. De repente, se acordó el anillo. Lo abrió, sacó el papel de allí y encontró un pequeño mensaje debajo del diamante. Simplemente decía:



Mientras leía el escueto mensaje, sintió que se cernía sobre él un gransilencio. Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque o debían de haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a poco dejó de escuchar el trote de los caballos. El rey se sentía profundamente agradecido al sirviente y al místico mago desconocido. Aquellas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió poner lo en anillo, reunió sus ejércitos desperdigados y reconquistó el reino.El día que entraba de nuevo victorioso en la capital, hubo una gran celebración con música y bailes. El rey se sentía muy orgulloso de sí mismo. El anciano sirviente estaba a su lado en el carro y le dijo:-Este momento también es adecuado, vuelve a mirar el mensaje.-¿Qué quieres decir?- Preguntó el rey.-Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida.



-Escucha,-dijo el anciano-este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas, también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado, también es para cuando te sientes victorioso. No es sólo para cuando eres el último, también es para cuando eres el primero. El rey abrió el anillo y leyó el mensaje:



Y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, porque el orgullo, el ego, había desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Se había iluminado. Entonces el anciano le dijo:-Recuerda que todo pasa. Ninguna cosa ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche, los momentos de alegría y los momentos de tristeza han de ir juntos, aceptados como parte de la dualidad en la naturaleza, porque son la naturaleza misma de las cosas.

Observación: Sea cual sea la situación, terminará. Si tenemos la capacidad de comprender el equilibrio existente en el universo, podremos aceptar los hechos de la vida como lo que son: pequeñas pesas en la balanza de lo que consideramos bueno o malo en la línea de la vida. No puede existir día sin noche. No podríamos identificar el calor sin el frío, ni la luz sin la oscuridad.



Mientras leía el escueto mensaje, sintió que se cernía sobre él un gransilencio. Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque o debían de haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a poco dejó de escuchar el trote de los caballos. El rey se sentía profundamente agradecido al sirviente y al místico mago desconocido. Aquellas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió poner lo en anillo, reunió sus ejércitos desperdigados y reconquistó el reino.El día que entraba de nuevo victorioso en la capital, hubo una gran celebración con música y bailes. El rey se sentía muy orgulloso de sí mismo. El anciano sirviente estaba a su lado en el carro y le dijo:-Este momento también es adecuado, vuelve a mirar el mensaje.-¿Qué quieres decir?- Preguntó el rey.-Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida.



-Escucha,-dijo el anciano-este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas, también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado, también es para cuando te sientes victorioso. No es sólo para cuando eres el último, también es para cuando eres el primero. El rey abrió el anillo y leyó el mensaje:

Esto también pasará

Y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, porque el orgullo, el ego, había desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Se había iluminado. Entonces el anciano le dijo:-Recuerda que todo pasa. Ninguna cosa ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche, los momentos de alegría y los momentos de tristeza han de ir juntos, aceptados como parte de la dualidad en la naturaleza, porque son la naturaleza misma de las cosas.